Para quienes cuestionan su preparación para ser primer ministro, Sir Keir Starmer tiene un mensaje: miren cómo ha dirigido a la oposición. “He cambiado este Partido Laborista, lo he vuelto a poner al servicio de la sociedad, y haré exactamente lo mismo en Westminster”, dijo en un mitin a principios de la campaña para las elecciones generales. Es cierto que las mejores pistas sobre su modus operandi se encuentran en la forma en que su partido se ha rehecho lentamente. Menos cierto es lo bien que funcionaría este método si Sir Keir llevara a los laboristas a la victoria el 4 de julio.

El director de la Comisión Electoral de Reino Unido, Vijay Rangarajan, ha asegurado tras el cierre de las urnas en las elecciones parlamentarias que se han celebrado este jueves que ha habido “abuso e intimidación” hacia los candidatos.

“Ha habido una campaña sólida y dinámica, pero se ha producido un abuso e intimidación inaceptables hacia los candidatos. Se ha entregado con éxito un número récord de votos por correo, pero algunos no han podido votar tanto en Reino Unido como en el extranjero debido a la llegada tardía de las papeletas”, ha indicado.

Pese a ello, ha señalado en un comunicado que miles de personas han ejercido su derecho democrático y han expresado su opinión en las urnas. “En general, nuestra evaluación inicial es que el día de las elecciones ha transcurrido sin contratiempos y han podido votar de forma segura”, ha agregado.

La Comisión Electoral ha agregado que “hay margen de mejora”. “Recopilaremos las evidencias de los que han participado en estas elecciones como votantes, candidatos, activistas y administradores, para comprender mejor sus experiencias”, ha zanjado.

Si los sondeos no fallan, los laboristas obtendrían una aplastante victoria con una mayoría de 170 diputados.

La cifra está justo por debajo de la mayoría de 179 obtenida por Tony Blair en 1997, la última vez que en unas elecciones generales la mayoría superó los 170 votos.

Los laboristas se mantuvieron en el poder durante 13 años y en 2001 Blair fue reelegido con otra victoria aplastante, aunque con una mayoría ligeramente inferior de 167 escaños.

Para una mayoría mayor que la de 1997, hay que remontarse a 1935, cuando el Gobierno Nacional, una coalición de tres partidos liderada por el conservador Stanley Baldwin, obtuvo una mayoría de 242 escaños.

Fue un abogado de izquierdas que defendió a anarquistas veganos antes de procesar a terroristas

La laborista Bridget Phillipson, secretaria de Educación en la sombra, ha ganado en Houghton y Sunderland Sur.

Además, el laborista Ian Lavery ha ganado Blyth y Ashington. Reform ha quedado en segundo lugar.

Los mercados han reaccionado con casi total indiferencia al sondeo a boca de urna.

La libra esterlina se mantuvo estable en 1,27 dólares y los tipos de interés efectivos pagados por el endeudamiento público británico no variaron.

Aunque el resultado está en línea con una serie de sondeos, los dirigentes laboristas estarán encantados de que dos años de tranquilizar a las empresas y a los mercados se hayan saldado con apenas un parpadeo o un murmullo en su camino hacia el gobierno.

El Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) se enfrenta a una eliminación casi total en Westminster después de dominar la política al norte de la frontera durante una década, ya que una encuesta a boca de urna sugiere que se quedaría con sólo 10 diputados.

La ex primera ministra escocesa Nicola Sturgeon declaró a ITV que el sondeo, según el cual perderían 38 circunscripciones, que creía que los resultados del sondeo a boca de urna serían “ampliamente correctos”.

El SNP esperaba una mala noche, y su primer ministro, John Swinney, advirtió de que los votos en muchas circunscripciones estaban en el filo de la navaja. En privado esperaba unos 20 escaños, pero los 10 previstos serían el peor resultado desde 2010, antes del referéndum de independencia.

La viceportavoz laborista Angela Rayner afirmó que las cifras de los sondeos a pie de urna son “alentadoras”, pero matizó que “un sondeo a pie de urna es un sondeo, así que aún no tenemos resultados”.

En declaraciones a BBC News, Rayner señaló que varios escaños estaban en el “filo de la navaja. También sé que todos nuestros activistas y candidatos han salido a la calle sin dar nada por sentado y hablando con el electorado sobre lo que les importa”.

Añadió que sería “un honor absoluto y un privilegio ser reelegida” diputada por Ashton-under-Lyne y poder ejercer de viceprimera ministra.

Rayner también dedicó un momento a dar las gracias a quienes votaron a los laboristas, en declaraciones a Sky News: “Entendemos el peso sobre nuestros hombros… y quiero decir a la gente de este país que siempre os pondré a vosotros en primer lugar, y que lucharé muy duro cada día para cambiar las cosas”.

Tras el sondeo a boca de urna, el secretario conservador de Trabajo y Pensiones, Mel Stride, declaró a BBC Radio 4: “Es un momento muy difícil para el Partido Conservador”.

Dice que “lamenta mucho” que el sondeo a boca de urna prevea que varios de sus colegas perderán sus escaños. En cuanto a mantener su escaño, dice que “habrá que esperar y ver”.

El miércoles, víspera de las elecciones, Stride saltó a los titulares al admitir que creía probable una amplia mayoría laborista, reconociendo así su derrota.

Los votantes británicos eligen este jueves un nuevo gobierno en una elección parlamentaria que se espera que lleve al Partido Laborista al poder en un contexto sombrío de malestar económico, creciente desconfianza en las instituciones y un tejido social desgastado. Algo que, a lo largo de la historia del país, se ha repetido. Es que Gran Bretaña ha vivido una serie de años turbulentos que han dejado a muchos votantes pesimistas sobre el futuro de su país.